CUANDO TE PREGUNTAN ¿POR QUÉ HACES ESTO?


Con el sol rajando la dura loza del techo de un vestuario comenzó el Domingo ideal para transmitir lo que sería un gran partido de fútbol del torneo federal amateur.
En Pilar, un pueblo callado y tranquilo a tan solo 50km de Córdoba Capital, en un estadio de esos donde por más que no haya nadie se refleja en medio del campo de juego el artista que pinta las líneas reglamentarias con la camiseta del club transpirada y la gorra ya descosida y mojada para que el calor no le pegue tanto en la cabeza.
Nos acomodamos apurados para agarrar esa pequeña sombra que solo nos cubriría durante un par de minutos, tal vez hasta los primeros 25 minutos del primer tiempo, y damos inicio con el armado del equipo que llevará todas las sensaciones hasta los oídos de esos seguidores que nunca sabemos cuántos son, pero que siempre están.
El que hoy fue designado para comentar baja las escaleras de hierro oxidado para ir a buscar las formaciones de los equipos sabiendo que le toca esperar un largo rato al lado de la puerta para agarrar al primero que salga y se las pueda pedir por más que este le diga que debe esperar a otra persona del cuerpo técnico.
El relator, que hoy le toco viajar con su hijo pequeño sale en busca de alguna bebida fresca para apaciguar el calor desaforado desconociendo que el negocio más cercano estaba en las afuera del estadio, toma la mano del pequeño y camina.
Yo enredado de cables, ansioso por comenzar y esperanzado para que todo salga bien, levanto la mirada, me relajo y siento que hoy vamos a tener un gran día.
Todo salía perfecto, el fotógrafo en cancha disparando a lo loco, el diálogo entre los dueños del micrófono, las filmaciones de cada jugada, el operador desde estudio mandando emoticones diciendo está saliendo perfecto, el partido en marcha y a todo ritmo como lo esperábamos, y esa brisa que acariciaba las hojas de los cuadernos sobre la humilde mesa de madera que nos habían puesto para estar más cómodos.
Terminando el primer tiempo se empieza a sentir ese sonido desesperante que baja desde el cielo informando que debemos empezar a estar atentos para buscar un resguardo por que de seguro se viene un aguacero ya  anunciado pero no medido.
El relator muestra un rostro de preocupación, el comentarista sonríe, yo pienso, mientras que todo sigue en marcha con el profesionalismo que nos caracteriza.
La nubes se tiñen de un gris más oscuro bordeando el azul iluminado por los relámpagos que no pedían permiso para interrumpir el sonido del relato mientras se reflejaban en terrenos cercanos de donde se estaba disputando el evento deportivo.
El público alterado comenzaba a correr hacia la puerta de ingreso de seguro pensando que la piedra azotará la calma y caería sobre los vehículos estacionados alrededor del estadio.
La preocupación en nosotros ya era mayor, pero sabíamos que debíamos seguir.
Mitad del segundo tiempo, y las gotas se empiezan a hacer notar cayendo sobre la consola de transmisión y la computadora enchufada. Dejo de filmar, veo que los demás periodistas que estaban capturando el momento empiezan a guardar sus equipos técnicos, reacciono pensando solo en tratar de tapar con una campera nuestros equipos mientras todo continuaba de forma normal, pero el diluvio empezó a ser cada vez más fuerte y no cesaba, ya sin pensarlo mucho le grito a los periodistas que llamen a la radio y que salgan por teléfono por que debía apagar todo y guardar antes de que el agua empeore las herramientas de trabajo.
El comentarista se conecta con el operador desde estudio y una vez activo nuevamente le pasa el teléfono al relator quien sigue como si nada estuviese pasando, mientras que se acerca a ayudarme a desconectar todo y guardar ya medios empapados.
Una vez guardado todo vuelve a su rol de comentarista y le pido por favor que me ayude a bajar los bolsos con los equipos ya que la lluvia era muy fuerte y por más que estuviesen guardados todo se mojaría por dentro, el relator sigue comentando lo vivido en ese momento mientras que no deja de seguir el partido que ya estaba cerca de los 35 minutos del segundo tiempo.
Ya abajo y desesperado buscando que me dejen poner los equipos bajo techo se acerca el utilero del equipo visitante, un gran conocido de la familia del fútbol en Córdoba, y me ofrece guardarlos en el baúl de su auto que lo tenía cerca de la puerta de ingreso de los jugadores.
Volviendo todo empapado aprovecho para sacar la foto que ven a continuación y el relator me hace seña de forma desesperada que su hijo estaba solo bajo la torrencial lluvia y que por favor le busque un reparo para que no sufriera lo que tal vez luego le sería un resfrío o fiebre por haber estado en ese momento sin darse cuenta de lo que estaba pasando.
Sin dejar de relatar busca al pibe y le hace seña que baje, que yo lo estaba esperando debajo, le deja el teléfono al comentarista que de momento toma el rol de relator para seguir transmitiendo como un buen profesional, y lo baja al pibe mientras lo ayudo desde abajo.
Tranquilo sabiendo que su hijo estaba bajo techo cubierto con una manta que le había prestado una periodista colega también de Córdoba, toma el teléfono nuevamente y sigue relatando, aunque ya no se veía mucho por la cantidad de agua que caía, el hacía malabares para seguir mandando señal de que acá por más que el cielo se estaba cayendo, el partido y la transmisión no se termina hasta que el árbitro toque el silbatazo final.
Orgulloso de ver ese momento se me cae una lagrima sabiendo que estoy en el lugar indicado, en el lugar donde realmente se ven los mejores jugadores, esos que no temen al tiempo, ni al lugar, ellos siguen, ellos son reales, ellos existen, y por más que exista ese comentario negativo en las redes sociales o en el boca en boca ellos siempre van a  estar, por más que haya que hacer miles de kilómetros, por más que no estén bajo el techo de una cabina de prensa, por más que estén incómodos siempre van a estar ahí presentes para que vos tengas la información, la foto, el video, o la transmisión del partido del equipo de quien sos hincha.

Gracias, muchas gracias por los halagos, por criticarnos, por nombrarnos, por vernos y escucharnos, por seguirnos por ser parte de esta gran pasión de este Pasión Por El Ascenso.
Hugo Radicci  

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